Haciendo visible lo invisible

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El telescopio APEX (Atacama Pathfinder Experiment), ubicado en uno de los lugares de observación más altos de la Tierra a 5.100 metros de altura, en el Llano de Chajnantor, Chile, entregó una nueva y espectacular imagen. Es la Nube Molecular de Tauro, un sinuoso filamento de polvo cósmico de una longitud de más de 10 años luz. Ubicada en la constelación de Tauro, se encuentra a unos 4.500 años luz de la Tierra. En el interior de esta nube se ocultan estrellas recién nacidas junto con densas nubes de gas que, al borde del colapso, terminarán formando a su vez nuevas estrellas. Esta es una de las regiones de formación estelar más cercana a nosotros. La Nube Molecular de Tauro es particularmente oscura en longitudes de onda visibles, ya que carece de estrellas masivas que iluminen la nube, como ocurre en otras regiones de formación estelar. Los granos emiten un débil brillo, pero como son extremadamente fríos, con temperaturas de alrededor de -260ºC, su luz sólo se puede ver en longitudes de onda mucho más largas que las de la luz visible.

Los granos del polvo cósmico están tan fríos que se necesitan observaciones de alrededor de un milímetro para poder detectar su brillo, que es lo que hace el instrumento LABOCA, instalado en el telescopio APEX. Esto se llama astronomía submilimétrica, y revela un Universo que no puede ser visto en luz visible o infrarroja, por lo que es ideal para estudiar el «Universo frío», así como para estudiar algunas de las galaxias más antiguas y lejanas del Universo. APEX es un experimento que abre el camino a la próxima generación de telescopio submilimétrico, el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), que está siendo construido y operado en el mismo lla.

 

 

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