Urano, el planeta más extraño y el menos explorado

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Urano es casi con seguridad el planeta menos apreciado de nuestro Sistema Solar. Cuando se reparten las invitaciones de las misiones, siempre parece ser ignorado. Se han enviado naves espaciales a Mercurio, Marte, Venus, Saturno y Júpiter; incluso hay una en dirección a Plutón, el planeta enano. En cambio Urano solamente ha reunido los requisitos para el equivalente planetario de un encuentro oficial cuando el Voyager 2 pasó velozmente en su camino hacia la frontera del sistema solar en 1986.

Sin embargo, Urano es, de hecho, uno de los planetas más interesantes, fascinantes y verdaderamente extraños que conocemos. Con un volumen 60 veces el de la Tierra, Urano es una masa comprimida de gases tóxicos, como metano, amoníaco y sulfuro de hidrógeno, que rodea un núcleo pequeño y rocoso. Orbitado por 26 lunas pequeñas, algunos anillos tenues y un campo magnético débil, Urano parece estar inclinado sobre un costado. Cada planeta tiene una ligera inclinación cuando gira -lo cual provoca nuestras cuatro estaciones-, pero a diferencia de cualquier otro planeta del Sistema Solar, Urano rota sobre un eje que apunta de manera casi directa al Sol. Algo realmente extraño. Imagina un mundo en donde el invierno equivale a 42 años terrestres y el Sol no se ve ni una vez durante ese tiempo. La atmósfera no se calienta durante décadas y eso puede dar lugar a algunas propiedades atmosféricas realmente interesantes.

Un grupo de ingenieros y científicos espaciales provenientes de Europa, Estados Unidos y algunos otros países, como Japón, quienes creen que Urano ha sido ignorado durante mucho tiempo, están trabajando en la propuesta de una misión de US$600 millones para la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) con el objetivo de enviar una sonda espacial, dentro de los próximos 10 años, para descubrir por qué Urano es tan extraño. De realizarse, la misión investigará la atmósfera, el campo magnético y captará imágenes detalladas de este mundo desconocido. Y al comparar la antigua mezcla de gases conservados en la atmósfera de Urano con la Tierra o con Júpiter, también esperan tener un mejor conocimiento de cómo eran las condiciones cuando se comenzó a formar el Sistema Solar.

Leigh Fletcher, científico planetario de la Universidad de Oxford señala que «Urano es el eslabón perdido. Una misión que pueda investigar la estructura interna del planeta, detectar la composición atmosférica y entender cómo evoluciona la atmósfera, nos permitiría armar el rompecabezas acerca de cómo se forman los planetas». Y añade que «si no podemos entender cómo se formaron los planetas en nuestro propio Sistema Solar, va a ser aún más difícil hacer lo mismo con los planetas que circundan otras estrellas».

Pero existe una buena razón por la que, en toda la historia de la exploración espacial, solo una misión ha visitado Urano: es extremadamente difícil. Para empezar, el planeta está a casi 3.000 millones de kilómetros de distancia del Sol, eso es 20 veces más lejos que la Tierra. En consecuencia, cualquier nave espacial tardará hasta 15 años en llegar allí. Además, debido a que la luz del Sol es muy débil a esa distancia, en lugar de paneles solares, la misión tendría que emplear una fuente de energía nuclear, que es más difícil de construir y manejar. También existe la cuestión de cómo comunicarse y recuperar los datos de una nave espacial que esté tan lejos. ¿Instalar un plato gigante en un costado o construir un enorme receptor en la Tierra? ¿O ambos?

Otro obstáculo importante es el desafío de mantener juntos los equipos de la misión, de operaciones y de ingeniería durante la década entre el lanzamiento y la llegada al planeta. Y todo eso antes de analizar qué instrumentos van a ponerse a bordo.

A pesar de que las agencias espaciales consideran como prioridad una misión a Urano, las propuestas anteriores de la ESA y la NASA han caído en el olvido, incluido un plan de un equipo europeo en 2010 conocido como Uranus Pathfinder. ¿Por que ésta última es diferente?

«En 2010 no habíamos trabajado en todos los detalles», admite Chris Arridge del University College de Londres, uno de los líderes del equipo Urano. «Esta vez tenemos una comprensión muy bien desarrollada de la ciencia que queremos hacer y de los instrumentos que queremos llevar con nosotros». Los científicos tienen plazo hasta enero de 2015 para presentar a la ESA una propuesta detallada de la misión. «Se requiere una enorme cantidad de trabajo, ya que tenemos que trabajar en todo, desde qué tipo de cohete vamos a lanzar, en qué orbita vamos a entrar y qué instrumentos vamos a llevar con nosotros», dice Arridge. «Sin embargo, hay un impulso mundial cada vez mayor y una verdadera sensación de entusiasmo». Pero incluso si se acepta la misión, esta no se pondrá en marcha al menos hasta el año 2020 y solo llegaría a Urano después de un viaje de más de una década, a mediados de la década de 2030. Para Fletcher, seguirá siendo un sueño hecho realidad. «Actualmente me encuentro sentado en mi oficina como un investigador treintañero», dice. «Espero poder estar sentado en mi oficina como un investigador sesentón cuando llegue la nave espacial. La exploración planetaria no ha concluido. Sobre la mesa todavía hay ideas interesantes como esta».

Fuente: BBC Mundo

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