Tritón, la luna asesina de Neptuno

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Llegó a su órbita actual en dirección contraria, igual que un conductor suicida. Y arrasó, literalmente, al resto de las hasta entonces pacíficas lunas interiores de Neptuno. Por culpa de Tritón, en efecto, el octavo planeta hace gala de una de las más extrañas colecciones de satélites de todo el Sistema Solar.

Desde hace tiempo, los científicos planetarios sospechaban que Tritón, que con sus más de 2.700 km. de diámetro es el séptimo mayor satélite de nuestro sistema planetario, era un intruso en los dominios de Neptuno. Ahora, un equipo internacional de científicos lo ha confirmado y, además, ha calculado cómo eran los satélites del gigante gaseoso antes de la llegada del destructivo invasor. El trabajo se acaba de publicar en Arxiv.org.

Todos los demás gigantes gaseosos del Sistema Solar (Júpiter, Saturno y Urano), cuentan con sistemas muy similares de lunas a su alrededor. Y en cada uno de esos sistemas la masa del planeta es unas 10.000 veces superior a la de la suma de todas sus lunas. La mayoría de estos mundos, además, cuenta con una cohorte más o menos numerosa de lunas, todas ellas orbitando en la misma dirección en que el planeta gira.

Pero Neptuno es diferente. Y aunque también posee varias pequeñas lunas, ya sea cerca o lejos de él, girando en su misma dirección de rotación, la más grande de todas ellas, Tritón, lo hace justo en sentido contrario. La mayor luna de Neptuno, además, es uno de los pocos satélites del Sistema Solar que es geológicamente activo, por lo que su superficie es relativamente joven. A su paso por Neptuno, la histórica sonda Voyager 2 captó hace ya varias décadas una serie de imágenes en las que se apreciaban géiseres que surgían de su helada superficie.

Similar a Urano

Robin Canup, del Southwest Research Institute, en Colorado, y Raluca Rufu, del Instituto Weizmann de Ciencias, en Israel, han puesto a punto una serie de simulaciones informáticas para averiguar cómo eran las lunas neptunianas antes de la llegada de Tritón. Y hallaron que, con toda probabilidad, el planeta gigante contaba con un tranquilo sistema de satélites muy similar al de Urano, aunque esa situación no duró demasiado tiempo. De hecho, Tritón irrumpió en el hasta entonces apacible reino de Neptuno como un elefante entrando en una cacharrería.

«Tritón -afirma Caup- destrozó las reglas de juego, literal y figuradamente. Y destruyó el pacífico sistema de satélites que había antes de su llegada».

Para poder pasar de un sistema de lunas tranquilo como el de Urano a lo que podemos ver hoy en Neptuno, los investigadores creen que se tuvieron que dar, por lo menos, tres circunstancias. En primer lugar, las lunas originales debieron ser lo suficientemente pequeñas como para no destruir Tritón cuando éste se les vino encima. En segundo lugar, los impactos tuvieron que frenar a Tritón, lo suficiente como para que pudiera ser «capturado» por Neptuno en una órbita circular y relativamente cercana al planeta. Y en tercer lugar, las lunas exteriores, las que tenían órbitas más alejadas, debieron de quedar intactas.

Choques frontales

Lo que parece evidente es que una buena parte de la energía de Tritón tuvo que disiparse, frenando su trayectoria inicial y permitiéndole quedar atrapado en su órbita actual. En sus simulaciones, Canup y Rufu se dieron cuenta de que la gravedad de Tritón apartó de su camino, literalmente, a las lunas más pequeñas que encontraba a su paso. Y, por supuesto, chocó frontalmente con algunas de ellas, lo que le permitió frenar lo suficiente como para instalarse en su cómoda órbita circular. El proceso, además, sucedió con la suficiente rapidez como para evitar que Tritón llegara hasta las zonas más externas del sistema de Neptuno, dejando así a las lunas de esa región prácticamente indemnes.

Lo aprendido sobre Tritón puede resultar de gran utilidad a la hora de estudiar planetas extrasolares similares a este gigante gaseoso. Desgraciadamente, será muy difícil confirmar si el escenario propuesto por Canup y Rufu es totalmente correcto, incluso si enviáramos una nave a estudiar Tritón directamente. De hecho, se trata de una luna helada y geológicamente activa, lo que significa que con toda probabilidad los cráteres provocados por los impactos con las otras lunas se hayan borrado de la superficie, de una forma similar a lo que sucede con los cráteres terrestres.

Por supuesto, será más facil comprender lo que realmente sucedió si estudiamos con el suficiente detalle la composición de Tritón. Si los resultados de Canup y Rufu son correctos, los científicos esperan encontrar que por lo menos el 10% del total de la masa de esta «luna Frankenstein» procede de antiguas colisiones y de la absorción de varias de las lunas originales.

Fuente: abc.es

 

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