Descubren una extinción masiva desconocida aún más mortífera que la de los dinosaurios

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Hace unos 66 millones de años, el impacto de un asteroide contra la Tierra provocó una extinción masiva en la que desaparecieron las tres cuartas partes de las especies de plantas y animales existentes, incluidos los dinosaurios. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Nanjing, la de Colorado Boulder y la Institución Oceanográfica Woods Holem, ha descubierto que mucho antes de esa catástrofe global se produjo otra aún más mortífera que, sin embargo, nos había pasado totalmente desapercibida.

El estudio de unas rocas canadienses formadas hace miles de millones de años ha revelado una gigantesca pérdida de vidas previamente desconocida. Pero en lugar de acabar con animales tan vistosos como los dinosaurios, las víctimas de esta mortandad fueron microorganismos, precisamente las criaturas que dieron forma a la atmósfera de la Tierra y finalmente allanaron el camino para que esos animales más grandes prosperaran.

«Esto muestra que incluso cuando la biología en la Tierra se compone completamente de microbios, aún se puede tener lo que podría considerarse un enorme evento de muerte que de otra manera no quedaría en el registro fósil», afirma Malcolm Hodgskiss, coautor principal del estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

La clave, en un mineral

Debido a que este período de tiempo precedió a la vida compleja, los investigadores no pueden simplemente desenterrar fósiles para descubrir qué seres vivían hace 2.000 millones de años. Incluso las evidencias que quedan en el barro y las rocas pueden ser difíciles de descubrir y analizar.

En cambio, el grupo recurrió a la barita (o baritina), un mineral recogido en las Islas Belcher en la Bahía de Hudson, Canadá, que encapsula un registro del oxígeno en la atmósfera. Esas muestras revelaron que la Tierra experimentó grandes cambios en su biosfera, la parte del planeta ocupada por organismos vivos, que terminó con una enorme caída en la vida hace aproximadamente 2.000 millones de años, lo que también puede estar relacionado con la disminución de los niveles de oxígeno.

«El hecho de que esta firma geoquímica se conservara fue muy sorprendente», afirma Hodgskiss. «Lo que era especialmente inusual acerca de estas baritas es que claramente tenían una historia compleja. El tamaño de la biosfera a través del tiempo geológico siempre ha sido una de nuestras mayores preguntas en el estudio de la historia de la Tierra», afirma Erik Sperling, profesor asistente de ciencias geológicas en Stanford, quien no participó en el estudio. «Esta nueva aproximación demuestra cuán interconectados están la biosfera y los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la atmósfera».

Exceso de oxígeno

Esta relación entre la proliferación de la vida y el oxígeno atmosférico ha dado a los investigadores nuevas evidencias de la hipótesis del «exceso de oxígeno». Según esta teoría, la fotosíntesis de microorganismos antiguos y la erosión de las rocas creó una gran cantidad de oxígeno en la atmósfera que luego disminuyó a medida que los organismos emisores de oxígeno agotaron su suministro de nutrientes en el océano y se volvieron menos abundantes. Esta situación contrasta con la atmósfera estable que conocemos hoy en la Tierra, donde el oxígeno creado y consumido se equilibra. Las mediciones de los isótopos de oxígeno, azufre y bario de los investigadores en la barita respaldan esta hipótesis de sobreimpulso del oxígeno.

La investigación ayudará a los científicos a perfeccionar sus estimaciones del tamaño del exceso de oxígeno al revelar las consecuencias biológicas significativas de los niveles de oxígeno por encima o por debajo de la capacidad del planeta.

Fuente: abc.es

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