La reliquia que se encontró dentro de un meteorito

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Dentro de un meteorito de pocos centímetros hallado en el hielo de la Antártida se escondía una reliquia de los albores del sistema solar preservada en condiciones excepcionales. Del tamaño de un grano de arena, su composición es similar a la de un primitivo cometa formado en las afueras de nuestro sistema, y arroja pistas sobre su historia más remota, según concluye una investigación dirigida desde el Institut de Ciències de l’Espai (ICE, IEEC-CSIC), en Bellaterra, y el Instituto Carnegie, en Washington (EE.UU.), y publicada en la revista Nature Astronomy .

El meteorito fue descubierto por la NASA en 2002 en la Antártida, aunque no se sabe exactamente cuándo cayó a la Tierra. Es un trozo de un asteroide, de un tipo rico en materia orgánica pero pobre en agua, al que los expertos se refieren como condritas carbonáceas. La mayoría de estos cuerpos se formaron antes que los planetas del sistema solar, hace unos 4.550 millones de años, en el cinturón principal de asteroides, situado entre las órbitas de Marte y Júpiter.

Algunos asteroides del cinturón se rompen en colisiones y sus fragmentos se desvían hasta caer en la Tierra. Cada uno de estos meteoritos lleva escrita su historia en su composición química, por lo que los científicos los analizan sistemáticamente en busca de pistas sobre la evolución de nuestro sistema.

Dentro de un meteorito hallado en la Antártida había un fragmento de un tamaño de una décima parte de un milímetro cuya composición se asemeja a la de un cometa (CSIC-IEEC/NASA)

Cuando Josep Maria Trigo, investigador del ICE que ha codirigido el trabajo, analizó este meteorito, descubrió que traía una sorpresa en su interior: un diminuto fragmento del tamaño de una décima parte de un milímetro cuya composición no cuadraba con el resto. “Es un objeto nunca estudiado en la Tierra. Preservada dentro del interior de la condrita carbonácea tenemos la muestra de un cometa, un objeto mucho más frágil, que no habría sobrevivido a la entrada en la atmósfera terrestre”, declara Trigo. A diferencia de los asteroides, los cometas son muy ricos en agua helada y en sustancias volátiles, que se evaporan cuando se exponen a altas temperaturas.

Se trata de un hallazgo insólito, pues la mayoría de cometas se formaron mucho más lejos del cinturón principal de asteroides: en el cinturón de Kuiper, a más de 4.000 millones de kilómetros del sol y más allá de la órbita de Neptuno.

Los investigadores han concluido que ese pequeño trozo de cometa debió viajar desde el distante cinturón de Kuiper hasta el cinturón principal, donde fue englobado por un asteroide en formación, en los primeros millones de años de existencia del sistema solar. “No sabemos cuándo ocurrió, pero tuvo que ser mucho antes de la fase de agregación del asteroide, hace más de 4.560 millones de años, entre 50 y 60 millones de años antes de que se formara la Tierra”, relata Josep Maria Trigo.

“El trabajo demuestra que, tal y como habíamos propuesto, hubo un flujo de material desde las regiones más externas del sistema solar hacia el interior y que se produjo una incorporación de hielos de agua y otros volátiles, como metano o amoníaco, a los asteroides, lo que permitió que se enriquecieran los materiales más cercanos al sol”, afirma Trigo. Estos primeros asteroides fueron las piezas a partir de las cuales se formaron la Tierra y el resto de planetas del sistema solar.

Fuente: lavanguardia.es

 

 

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