Detectan un elemento clave para la vida cerca de soles jóvenes

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Dos equipos de astrónomos, uno codirigido por Rafael Martín-Doménech, del Centro de Astrobiología en Madrid, han descubierto isocianato de metilo, un elemento químico básico para la vida, en los alrededores de estrellas como el Sol en una etapa muy temprana de su formación. Es la primera vez que se detecta esta molécula prebiótica en protoestrellas de tipo solar, el tipo de estrella a partir de la cual evolucionó nuestro Sistema Solar. El descubrimiento podría ayudar a los científicos a comprender cómo surgió la vida en la Tierra.

Los investigadores utilizaron el telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), en Chile, para detectar esta molécula orgánica compleja prebiótica­ en el sistema estelar múltiple IRAS 16293-2422, que se encuentra a unos 400 años luz de distancia. Se trata de una gran región de formación estelar llamada Ro Ofiuco en la constelación de Ofiuco (el portador de la serpiente). Los nuevos resultados de ALMA muestran que el gas de isocianato de metilo rodea a cada una de estas estrellas jóvenes.

«¡Este sistema sigue sorprendiéndonos! Tras el descubrimiento de los azúcares, ahora hemos encontrado isocianato de metilo. Esta familia de moléculas orgánicas está implicada en la síntesis de péptidos y aminoácidos, que, en forma de proteínas, son la base biológica para la vida tal y como la conocemos«, explican los coautores de uno de los estudios Niels Ligterink, del Observatorio de Leiden (Países Bajos) y Audrey Coutens, del University College London (Reino Unido), quienes creen que es muy probable que esta molécula esté presente cerca de la mayor parte de las estrellas jóvenes de tipo solar, ya que puede formarse sobre partículas heladas en condiciones muy frías.

Los investigadores observaron la molécula en varias longitudes de onda diferentes y definidas a lo largo de todo el espectro de ondas de radio. Encontraron las distintivas huellas químicas en las cálidas y densas regiones interiores de la envoltura de polvo y gas que rodea a las estrellas jóvenes en sus primeras etapas de evolución.

La Tierra y los demás planetas de nuestro Sistema Solar se formaron a partir del material que sobró tras la formación del Sol. Por tanto, estudiar protoestrellas de tipo solar, puede ayudar a los astrónomos a comprender el pasado, permitiéndoles observar condiciones similares a las que condujeron a la formación de nuestro Sistema Solar hace más de 4.500 millones de años.

«Estamos especialmente emocionados con el resultado porque estas protoestrellas son muy similares al Sol al principio de su vida, con las condiciones adecuadas para que se formen planetas del tamaño de la Tierra. Ahora, con el descubrimiento de moléculas prebióticas en este estudio, contamos con otra pieza del rompecabezas que nos ayudará a comprender cómo surgió la vida en nuestro planeta«, dicen Martín-Doménech y Víctor M. Rivilla, del INAF-Observatorio Astrofísico de Arcetri, en Florencia (Italia), autores principales de uno de los artículos.

Fuente: abc.es

 

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